¿Y si es poliamor?

La monogamia vivida en el supuesto puede llegar a ser muy dolorosa. ¿Será que el acuerdo monogámico verbalizado nos brinde mayores certezas? ¿A qué le tiramos cuando adquirimos dicha póliza de garantía? Algo así como contratar un fondo de inversión a largo plazo con rendimientos desconocidos, en un mercado de relaciones humanas volátiles.

Tengo 31 años y una lista larga de amorcitos que me han enseñado cómo quiero y cómo no quiero que sea el amor en mi vida. Definitivamente, la monogamia seriada ha sido de mucha utilidad. Nada como enamorarse y desenamorarse con cierta periodicidad, repetir una y otra vez los encantos de las mariposas revoloteando en el estómago, o sentir que el corazón late hasta el punto de no poder más y estallar.

Intensa es la subida como intensa es la bajada. ¿Cuántxs de nosotrxs no gritamos a todo pulmón esas melodías más tristes en los momentos de separación? Esos ansiolíticos musicales que te hacen vomitar el alma para después rumiarla hasta que raspe en la garganta. ¡Gracias Spotify por ahorrarnos el trabajo con tus bellas y estúpidas playlists! Hasta ahora me rehúso a darle click a forever alone.

Somos productos sociales prefabricados, y en los asuntos del amor no hay excepciones: siempre existe ese maldito guion con fecha de caducidad que, si no se renueva, ancla. Para mí ha sido muy agotador tratar de mantener encendida la llama, transitar de guion a guion en la búsqueda de una certeza mayor que la anterior. Una vez formalizada mi relación de pareja más estable hasta ahora, decidimos seguir el guion: de vivir juntos pasamos a los perros, los viajes, las familias compartidas, mudarnos de casa, elegir juntos el color de la pared de la cocina, dejar de coger, aburrirnos de la existencia del otro y, finalmente, la infidelidad. Sí, la infidelidad, con toda esa connotación negativa y estigmatizante que la caracteriza. Primero él, después yo. Aquello parecía una corrida de toros con múltiples cornadas sin límite de tiempo, ambos ensangrentados y derrotados, hasta que decidimos ceder(nos). Para entonces, descubrí que soltar es uno de los actos de amor más grandes, y que soltar requiere de voluntad y práctica.

Es allí cuando pensé en que el amor debería vivirse más como práctica y menos como un sentimiento. Si yo practico el amor despierto en mí la voluntad de cuidar de lxs otrxs, de mirarles con respeto, de reconocerles en la diferencia, de amarles infinito.

Es difícil llegar a ser como se dice ser, sobre todo en esta era de aplicaciones móviles donde tenemos una sociedad conectada en redes digitales, pero no en redes humanas. A veces siento que no soy ni la mitad de lo que digo ser en Facebook.

Pero luego te llegan las netas. Hace tres citas que me vinculo eróticamente con un hombre maravilloso (al cual llamaré Señor R). Debo confesar que también lo conocí a través de una aplicación móvil y que pasaron meses para que concretáramos una cita. El primer encuentro sexual fue mágico, nos sobraron las palabras, los cuerpos se encargaron de comunicar todos nuestros deseos. A veces siento que lo conozco desde otra vida. Es de las pocas personas con las que siento una atracción sexual desbordante.

Señor R se vive en el poliamor. Mantiene una relación sentimental primaria desde hace 10 años, me lo compartió durante la tercera cita. Me sentí libre por unos instantes, quise correr a gritarle al mundo que me vinculaba con una persona poliamorosa, vanagloriándome de mi “apertura sexual”. Luego sentí miedo de mí mismo, pensé en mi lado oscuro hasta ahora medio anestesiado, ese yo posesivo, celoso y violento.

La experiencia sexual del Señor R me confronta. Es como si se tratara de un espíritu del futuro que llega a revelar mi destino sexual. Me espejeo cabrónamente en él. Señor R representa una posibilidad tangible de incursionar en el poliamor, transitar del plano onírico-fantasioso al plano de lo real, del practicante asumido. Pero, ¿cómo lograr un estado de compersión total? (en el lenguaje del poliamor, 'compersión' hace referencia a todos aquellos sentimientos positivos recibidos cuando un amante disfruta de otra relación).

El poliamor bien estructurado lleva implícitos ejercicios constantes de honestidad. Aquí la infidelidad no tiene cabida. Aunque el amor sí parece tener jerarquías. Mi herida narcisista se abre cada vez que pienso en la posibilidad de no llegar a ser un vínculo primario, concretamente, de no poder ser la relación primaria del Señor R. ¿Cómo comparar tres citas con 10 años de relación? Yo y las malditas fijaciones con mis objetos amorosos…

La construcción del amor es un continuo. Aún no sé si el poliamor tiene todas las respuestas que yo necesito, pero es quizá una alternativa hacia la construcción de vínculos eróticos y afectivos más sanos, basados en la honestidad y el cuidado mutuo. Como llegar a querernos cerca, pero sin tanto cerco.





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