Love me Tinder

El amor romántico del siglo XVIII y XIX es historia. Hoy, la revolución tecnológica y sus mundos virtuales crean plataformas que funcionan a modo de “sexo y amor a la carta”, donde la apuesta no trasciende al presente y los vínculos no apuntan a la perdurabilidad. Nos hemos convertido en una sociedad conectada en redes digitales pero no en redes humanas.

Dorothy Tennov (1981) estudió y sistematizó el proceso de enamoramiento denominándolo estado de limeranza (o también llamado amor obsesivo; anglicismo proveniente de limerence). Cuando una persona se encuentra en estado de limeranza tiene pérdida relativa de contacto con la realidad, experimenta pensamientos intrusivos y obsesivos en relación al objeto de su limeranza, tiene un deseo constante de estar cerca de él, no tolera la separación y cancela todo nivel de atracción por otras personas esperando a cada momento la reciprocidad emocional.

Ahora ya no hay tiempo para el estado de limeranza, el poema o el diálogo intenso y constante. Transitamos del amor romántico al amor confluente, ambos completamente distintos, el primero más convencional relacionado con una visión excesivamente idealizada de las relaciones afectivas, y el segundo libre y prácticamente sin ataduras. 

El amor confluente presupone igualdad entre los sexos y en el dar y recibir emocionalmente. Incluye el erotismo como un elemento decisivo del éxito o fracaso de la relación, esto es, busca la plenitud en el logro del placer. No se basa en el matrimonio como institución legal o religiosa. Este amor no es necesariamente monógamo, mientras sus partícipes crean conveniente que así sea.  

Los ritmos acelerados de la globalización y el capitalismo dieron lugar a herramientas tecnológicas que van desde el artefacto que permite a una pareja continuar su interacción sin importar espacio o tiempo, hasta las aplicaciones que le facilitan a sus usuarios identificar personas en su entorno con quienes podrían entablar una relación... Si la tecnología permitió hacer fácil el trabajo, ¿por qué no hacer fácil también el resto de la dinámica social? 

Pero muchas de estas relaciones son de “bolsillo”. Una relación de bolsillo es agradable y breve debido a que uno es cómodamente consciente de que no tiene que hacer grandes esfuerzos para que siga siendo agradable durante más tiempo, de hecho, uno no necesita hacer nada en absoluto para disfrutar de ella. Una relación de bolsillo es la encarnación de lo instantáneo y lo descartable.

¿Estas plataformas tecnológicas están marcando la desaparición del amor y los vínculos amorosos, o solo los están reconfigurando? ¿Qué tipo de comunicación se establece entre estos “usuarios”

Tinder se ha convertido en una de las aplicaciones para “ligar” (curioso y divertido eufemismo de “coger”) más populares del mercado. La dinámica del catálogo es sencilla, si ambos se aprueban entre sí, automáticamente la aplicación los conecta y comienza la acelerada carrera por satisfacer la necesidad de encuentro.

El número oficial de usuarios y usuarias de Tinder se desconoce pero se supone que al menos son cincuenta millones de usuarios activos. Según IAC (que es la compañía fundadora de Tinder y matriz de la app) cada semana se registran un millón de personas en todo el mundo. Tan solo en un día, Tinder registra doce millones de matches.

El usuario promedio de Tinder se conecta once veces al día, que en total son alrededor de 90 minutos. Cada vez que los hombres se ponen a usar la app están 7.2 minutos; mientras que las mujeres lo hacen durante más tiempo: 8.5 minutos.

Las mujeres solo dan like a 14 por ciento de lo que ven; 46 por ciento de los hombres aceptan lo que ven. Como los hombres aceptan todo lo que ven, las mujeres no valoran haber recibido un like. Así que Tinder crea el superlike: los hombres solo pueden usar uno al día. Y si recibes un superlike ya te puedes considerar especial para esa persona. Bueno, no tú. Tu foto. Es tu foto la que le ha gustado. A ti no te conoce ni en tus mejores ni en tus peores momentos.

Ya se ha lanzado la versión de pago, Tinder Plus. Y, atención: Tinder cotiza en la bolsa. El grupo acumula ya una subida anual de 21 por ciento.

Resulta que ya hiciste match. Es a partir de este momento donde se despliegan una serie de códigos tecnológicos que determinarán las condiciones para transitar a otras redes sociales (que podrían ser WhatsApp, Facebook o Instagram) y concretar un encuentro. Porque a pesar de que las redes han modificado vínculos, nunca acabarán con ellos, pues el contacto real es indispensable para el amor y la sexualidad.

Quisiera terminar el párrafo con un “…entonces hicieron match, se conocieron en persona y fueron felices para siempre”. Sin embargo, el entramado social digital actual también ha impuesto otras formas de comunicación no verbal a través de la pantalla táctil. Me refiero a todo aquello que hoy en día resulta imposible hacer en persona cuando la emoción del momento se evapora: el ghosting, benching y zombing. Esto es lo que en su conjunto algunos sociólogos han llamado la "crueldad romántica millennial".

Ghosting hace referencia a la desaparición paulatina de la pareja en una relación de cualquier índole de intensidad, que va desde evadir comunicación hasta llegar al temido bloqueo de WhatsApp, o en casos extremos, ser eliminado o eliminada de todas las redes sociales en conjunto. De acuerdo a una encuesta realizada por el sitio de citas “Plenty Of Fish”, casi el 80% de las y los participantes habían terminado relaciones vía ghosting.

El benching es algo así como “mandar a alguien al banco de suplentes”, es decir, mantener comunicación por WhatsApp o dar likes en Facebook e Instagram con el objetivo de no descartar por completo a la persona como prospecto, pero tampoco avanzar. Una especie de “limbo tecnológico” en donde no se termina la relación pero tampoco se progresa ni siquiera para mantener encuentros ocasionales o una relación explícitamente informal del tipo “amigos con derechos”.

Cuando alguien desaparece y reaparece con mensajes descontextualizados, textos a media noche para “tantear” el terreno o interacciones inesperadas en redes sociales en forma de likes, hablamos de zombing, ese “muerto que sigue volviendo a la vida” en busca de autoafirmación e incluso para marcar territorio.

¿Te son familiares algunas de estas categorías? Las redes virtuales son un fenómeno social muy amplio que atraviesa toda nuestra cultura y da forma a nuevos modos de trabajar, amar y estar en el mundo. También queda claro que vivimos en una sociedad en la que el físico y la apariencia son muy importantes. 

Por otra parte, es indiscutible que aumentó el número de medios para comunicarnos; sin embargo, eso no conlleva el creer que mejora la comunicación, el diálogo o la interacción con los sujetos. 

Pero todo está cambiando constantemente. Hombres y mujeres transitamos actualmente en mundos que nos han rebasado, creemos haber alcanzado la felicidad al traducir en popularidad el número de matches o likes coleccionados.

Tendremos quizá que detenernos en el tiempo, volver a humanizarnos fuera de los catálogos tindereanos y mirar otras formas de unión más sólidas. Porque el amor es insustituible.


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